I M A G O D E I
Serie especial de seis semanas:
La Supremacía Blanca en la Iglesia Cristiana
Escrito por, Jarrett Meek, Fundador/Pastor/Director Ejecutivo
¿Se abrirá los ojos la iglesia blanca evangélica a la devastación que el racismo y la ideología endémica de la supremacía blanca les causan a nuestros hermanos afroamericanos? Los sucesos de las últimas dos semanas han movido a más pastores y cristianos blancos a escribir declaraciones en contra del racismo. Desafortunadamente, una creencia en la superioridad y dominancia blanca, apenas consciente aún permea la iglesia blanca, nuestra mentalidad, y nuestra sociedad a un punto que no se deshace tan fácilmente. La iglesia blanca ha sufrido esta enfermedad apestosa desde antes de la fundación de nuestro país.
Durante más que dos siglos, hombres y mujeres blancos en los Estados Unidos esclavizaron a nuestros hermanos y hermanas negros. Para el año 1860, el censo contó 31 millones de personas en el país, de los cuales casi 4 millones estaban esclavizados. Es decir que casi un 12% de la población de los estados unidos vivía bajo la opresión brutal de la esclavitud. Es una ironía devastador que la iglesia Cristiana en este país no solo aceptaba esta práctica horrifica, sino que también desarrolló doctrinas para apoyar y defenderla. Un pilar clásico del argumento “cristiano” a favor de la esclavitud decía, “Es según el orden de la Providencia que un hombre sea subordinada al otro.” Frederick Douglass, el famoso abolicionista, renunció el cristianismo de Sur, diciendo que era “corrupto, esclavizador, azotador de mujeres, ladrón de cunas, cristianismo parcial e hipócrita de esta tierra.” Mientras que la iglesia del Sur estaba infectada y corrompida completamente con estas doctrinas, la iglesia en el Norte pasó 200 años acomodando a sus hermanos del Sur y absorbiendo una mentality más sutil de la supremacía blanca.
En su discurso famoso, ¿Para un Esclavo Que Significa el 4 de Julio?, Douglass predicaba acerca de la iglesia cristiana en el Norte y el Sur, lamentando que la iglesia misma era el “baluarte de la esclavitud Americana”. Reprendió a los pastores cristianos en todo el país, diciendo que “le han dado aprobación religiosa y bíblica, sin vergüeza, al sistema entera de la esclavitud.” Y así les acusó de predicar una fe abominable que “hace a Dios un respetador de personas, se niega Su paternidad sobre la raza, y pisotea la gran verdad de la hermandad de todo ser humano.
La institución de la esclavitud se ababó con violencia, a través de la única guerra civil de nuestro país. Sin embargo, la mentalidad y las doctrinas que la permitían y la apoyaban obviamente no murieron cuando el General Lee se rindió al General Grant en 1865. El monstruo malvado de la supremacía blanca, que había llegado a ser una parte activa de la cotidianeidad y aún de la fé cristiana de tantos, aún andaba silvestre, apenas restringido por la emancipación, y ahora con una rabia del infierno. Inventó nuevas maneras de torturar a la gente de color. Permeaba las leyes y el sistema judicial y creó un código abarcador de opresión legal y societal que se conoce como las leyes de Jim Crow.
Cuando era niño en los años 1970, no captaba la frescura del Movimiento de Derechos Civiles. Aprendí algunas cosas, pero nunca me di cuenta de hecho de que hacía tan solo dos años antes de que naciera yo que el Dr. Martin Luther King se asesinaba. “El Domingo Sangriento” y la marcha de Dr. King de Selma había ocurrido hacía solo 5 años de mi nacimiento. ¡Resulta que estaba creciendo yo inmediatamente después del Movimiento para Derechos Civiles, y ni me daba cuenta! Mi historia subraya que tan ignorantes somos los blancos acerca de las realidades cercanas de la injusticia racial de nuestro presente y pasado reciente. Esta falta de consciencia aflige la iglesia blanca, Evangélica y, junto con una alianza tóxica con una ideología política, es parte de nuestra ceguedad acerca de asuntos que tienen que ver con el racismo hoy en día.
Aunque no conozco a ningún cristiano que abiertamente abrace la ideología de la supremacía blanca, eso no quiere decir que dicha mentalidad no siga viva en nuestro corazón ni que no se exprese en nuestras acciones hoy en día. Estábamos felíz con poner a un nacionalista blanco en la Casa Blanca. Nos negamos fuertemente la existencia del racismo sistémico. Menospreciamos a fubolistas negros que usan su plataforma para protestar la injusticia racial. Según muchos evangélicos blancos, nuestro primer presidente afroamericano fue un musulman, un socialista, iba a desarmar el pueblo, odia a nuestro país, y no fue ciudadano nato. Muchos de nosotros expresamos una perspectiva condescendiente acerca de gente de color, descartando sus experiencias, creyendo que les falta al inteligencia para pensar por si mismo. Algunos afirman que nuestros hermanos y hermanas negros siguen ciegos a lideres politicos quienes solo quieren hacerles depender del gobiernos. Entre blancos, nos quejamos de que los afroamericanos preferirían vivir del gobierno que trabajar. Cuando somos solo nosotros, los blancos, comparamos un grupo minoría contra otro, juzgandolos y generalizando acerca de cuál tiene mejor ética de trabajo y cual valora más la familia. Criticamos la música, la ropa, las compras, la cultura, los estilos de cabello de gente de color. Nos sentamos en el asiento de poder, juicio, liderazgo, riqueza, recursos, educación, y ortodoxia teológica, disfrutando la la prominencia de cada área de la sociedad, y nos indignamos si alguién se atreve a decir que lo diseñamos así o que recibimos algún beneficio de todo esto que se podría llamar “privilegio”. Mientras tanto, lucharemos hasta la muerte para no perder esta posición de privilegio que supuestamente no tenemos. Nos negamos a afirmar el valor de las vidas afroamericanas. Y creemos en nuestro corazón que la razón que la gente de color se siga muriendo y siendo encarleados a una proporción más alta es por alguna cualidad inferior en su carácter. Y el colmo es que nos sentimos muy bien cuando hablamos de la “reconciliación racial” o “la unidad”, pero nos molestamos a la idea de “justicia racial”. Iglesia Blanca, me da dolor decirtelo, pero aún tenemos un problema serio con la ideología de la supremacía blanca.
Este es el segundo artículo en nuestra serie “Imago Dei”, tratando temas de la justicia racial. Si te reta y quieres seguir aprendiendo, te invitamos a seguir la serie mientras incluyamos otras voces en la conversación durante las siguientes semanas.